Esta bebida está comprendida únicamente por tres ingredientes: grappa, miel y agua. Si bien parece ser algo muy básico y sencillo hay una gran complejidad detrás de este proceso. Para lograr el óptimo de calidad y su genuinidad es absolutamente necesario que la materia prima de la uva, así como el proceso de destilación sean absolutamente cuidados.
Para ello, una vez finalizada la fermentación del mosto el vino continúa su curso, y el orujo luego de ser prensado, se coloca en el alambique que se encuentra en bodega. Es importante este detalle ya que la distancia de la prensa al alambique no es mayor a 300 mts, por lo que existe un período muy corto en el que esta materia prima se encuentra en contacto con el oxígeno, con lo cual es posible preservar aromas varietales y fermentativos evitando oxidaciones.
Una vez que se encuentra en el alambique comienza la etapa de calentamiento del orujo, donde es posible liberar el alcohol en forma de vapor. Para poder recibirlo en su estado líquido, el vapor pasa por un serpentín de enfriamiento, lo que provoca su condensación. Cuando comienza la destilación es posible dividir la calidad de la grappa en cola, cabeza y corazón.
Se coloca un alcohómetro en la salida del destilador y se separa la grappa: desde 70 a 50 grados de alcohol es la cola, desde 50 a 35 es el corazón y de 35 a 0 la cabeza. De estas tres selecciones se guarda en barrica solo el corazón (la grappa más rica en aromas y más saludable en sus alcoholes superiores). La cola y la cabeza se re destilan en varias ocasiones hasta obtener mayor porcentaje de calidad corazón. Permanece en barrica casi un año hasta realizar el corte con la miel pura de apicultores de la zona.
Grappa Miel
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